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viernes, 24 de octubre de 2014

La falsa improbabilidad de la evolución

Hoy os presento el cuarto video de mi nuevo videoblog, que poco a poco va ganando seguidores. En esta ocasión toca el primer capítulo de la nueva serie «desmontando argumentos creacionistas», con uno de los argumentos más famosos.

¿Es cierto que la evolución de organismos complejos a partir de otros más simples por meras variaciones producidas por azar es muy improbable?

¿Cómo puede un conjunto de características sencillas asociarse en un organismo mucho más complicado solo por casualidad?



En el video se menciona un artículo, cuya referencia bibliográfica es ésta: Quastler, H. 1964 — «The Emergence of Biological Organization». New Haven and London, Yale University Press.

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viernes, 10 de octubre de 2014

La planta que NO cura el ébola

Ébola
Actualmente hay una gran cantidad de información en internet sobre el ébola. Es un tema que se encuentra en boca de todos, y si bien mucha de la gente que habla sobre el tema en realidad nunca han oído hablar de lo que es un Filovirus, y los ciclos lítico y lisogénico le suenan a literatura del siglo XVIII, automáticamente se han convertido en verdaderos expertos en virología y epidemiología. Todo el mundo parece hoy en día tener todos los conocimientos virológicos, epidemiológicos y protocolarios sobre la epidemia. Y muchos de ellos están profundamente confundidos.

Yo no soy ningún experto.

Yo de virología sé tanto como cualquier licenciado en Biología. Es decir, lo que se aprende en la carrera. Eso, y lo poco que he ido aprendiendo por mi cuenta a título posterior.

En temas de epidemiología sí que estoy más entrenado, porque realicé un máster de valoración de riesgos naturales que, entre otros muchos temas, tenía una parte dedicada a temas relacionados con la salud pública. Pero no soy un epidemiólogo, ni mucho menos.

Mis conocimientos acerca de los protocolos son similares: lo que aprendí a lo largo de la licenciatura y del máster —especialmente el máster— y lo que me he informado leyendo en las páginas de la CDC y la OMS.

No. Yo no soy un experto en ébola. Ni mucho menos.

Pero sí que sé dónde buscar. En artículos científicos.

De hecho, la mayor parte de lo que sé —que reconozco que no es mucho— lo he aprendido leyendo los artículos científicos y los protocolos existentes. Ni más ni menos. Algo que cualquier persona con una mínima formación científica podría hacer.

Como he dicho, hay muchísimos sitios que hablan del ébola —la mayoría de ellos desde una ignorancia mayor a la mía— y mucha diversidad de opiniones al respecto. ¿La culpa es de la paciente o es el protocolo el que está mal? ¿Ese perro tenía que sacrificarse o había que mantenerle con vida? ¿Tenía valor científico?...

En realidad todos sabemos, aunque muchos no lo quieran reconocer, que el desencadenante de todo lo que ha ocurrido fue haber traído dos veces a un país virgen un patógeno de una peligrosidad elevadísima y con una letalidad del 86%, corriendo riesgos innecesarios —incluso anunciando ausencia de riesgos—, y por tanto, la culpa de esta situación no es de nadie más que de las personas responsables de que ese virus haya viajado, en contra de toda recomendación epidemiológica.

El tema del perro ya no importa mucho. Mi opinión personal era que lo óptimo hubiera sido trasladarlo a un NCB4 y estudiar el comportamiento del virus; sin embargo, la decisión que han tomado, aunque sea una pérdida para el conocimiento científico, no me ha parecido descabellada.

Pero no he venido a contar lo que ya he contado en mi artículo «Emergencia de ébola en España: luchado contra la desinformación». Si queréis que os hable de esas cosas, entrad y leed. Lo que quiero expresar hoy aquí sí que se acerca mucho más a uno de los campos en los que más especializado estoy. Hoy voy a escribir, una vez más, sobre farmacognosia —es decir, de plantas medicinales—.

Hace no mucho ha salido a la opinión pública un señor llamado Josep Pamies, agricultor, en una entrevista de la que mucha gente está haciéndose eco, y publicándolo también en su blog personal, afirmando algo tan extraordinario que el ébola se puede curar. ¿Con qué? os preguntaréis. Con las nueces de una planta llamada Garcinia kola. ¿Qué tiene esto de cierto? Vamos a ver.
Semillas de G.kola

¿Es cierto que la planta Garcinia kola cura el ébola?

No.

El artículo podría terminar aquí y sería correcto, pero supongo que pensaríais que está muy cojo, y querríais que os explicara por qué. Y para ello tengo que hablar de G.kola. Todos los datos que a continuación voy a exponer van a estar adecuadamente referenciados con sus artículos científicos, para que quede claro que no me invento nada, como sí hacen otros.

Es una planta de la familia de las Gutíferas, o Clusiaceae, nativa del África. Allí la semilla de esa planta se ha empleado de forma tradicional para tratar la bronquitis, infecciones de garganta, cólicos, resfriados y la tos, y se le atribuyen propiedades purgantes, antiparasitarias, antimicrobianas y algunos dicen que antivirales (Iwu et. al., 1999).

Pero del uso tradicional y las propiedades atribuidas a un funcionamiento real hay un paso muy importante: la verificación de la eficacia en un ensayo.

En la propia web de Pamies se puede ver un enlace que dice que hay un estudio. El caso es que ese enlace no lleva a un verdadero estudio sino a una simple noticia de la BBC, el cual a su vez hace referencia a un estudio del doctor Maurice Iwu. De entrada, sin buscar, parece evidente que al artículo al que hace la noticia referencia es que yo ya he citado; un artículo que habla sobre los usos tradicionales. A su vez, este artículo indica que hay estudios sobre tales efectos, y cita tan solo un libro del mismo autor: Iwu, 1993. En ese libro no aparece ningún ensayo clínico referido a la planta, y solo aparece una breve mención sin referencia.

Pero si queremos ser escépticos no podemos directamente negar de pleno. No somos negacionistas. Sigamos buscando.

Si buscamos posibles efectos de las semillas de esta planta encontramos una gran cantidad de artículos científicos.

Uno de los efectos que nos encontramos sobre el extracto de esta semilla en la bibliografía científica es el de antioxidante (Okoko, 2009), especialmente a nivel hepático, testicular y espermático, al menos, en ratas (Farombi et. al., 2013). También encontramos que, igualmente en ratas, tiene un efecto antiespermatogénico —vamos, que se producen menos espermatozoides— (Abu et. al., 2013).

Hay más posibles aplicaciones medicinales del extracto de semillas de G.kola, pero vamos a buscar lo importante aquí: sus efectos sobre la enfermedad del ébola. ¿Qué nos encontramos? Ustedes mismos pueden comprobarlo.

El charlatán en cuestión
No existe ningún artículo científico que establezca una relación causal entre la administración de G.kola y el ébola. ¿Por qué no hay ningún estudio? Bien puede ser porque nadie lo ha intentado nunca, o bien porque todos los intentos han sido negativos —y nadie quiere publicar resultados negativos, esto se conoce como sesgo de publicación—. Sabiendo que hay bastantes investigadores que han publicado sobre las propiedades farmacológicas del extracto de semilla de G.kola, y que uno de ellos lleva interesado en el tema del ébola desde 1993, parece lógico descartar la primera de las opciones.

¿Pero y si sí?


De acuerdo. Imaginemos por un momento lo contrario. Imaginemos que existe una planta cuyo extracto de la semilla sea efectiva en el combate contra este virus tan letal. Solo por un momento imaginémonos que así es.

Eso no significa que comiéndote la planta, las semillas de la planta, o una infusioncita, te vayas a curar. No. Ni mucho menos.

Lo que cura en una planta es una molécula o un grupo de moléculas. Éstas reciben el nombre de «principios activos» y es lo que forman después los medicamentos. Más de un 30% de los medicamentos que conocemos hoy en día proceden directamente de plantas, y muchos más son moléculas basadas originalmente en principios activos de plantas. Ejemplo de esto es sin ir más lejos la aspirina, ácido acetil-salicílico basado en el ácido salicílico, compuesto que se produce a partir de la salicilina, que se obtiene de la corteza del sauce blanco (Salix alba).

Pero eso no significa que chupar la corteza de un sauce se nos vaya a pasar el dolor de espalda.

En una planta, la concentración de principio activo puede ser variable, igual que tú, lector, no tienes la misma cantidad de colesterol en sangre que la que tengo yo. Al ser sistemas vivos, la cantidad de principio activo puede fluctuar. Y hay muchos factores que pueden hacerlo fluctuar.


  • La hora del día. Un compuesto que se evapora fácilmente tendrá menos presencia en la planta a mediodía, con el sol dándole a tope, que por la noche, momento en el que la planta ha podido sintetizar más y no se evapora tanto.
  • La climatología. Procesos como el viento puede producir un incremento de la evapotranspiracion de la planta y favorecer la evaporación de principios activos volátiles; o la lluvia, que por arrastre, puede eliminar parte de los principios activos.
  • El nivel de estrés. Una planta estresada, por ejemplo, por la presencia de parásitos o depredadores, se defenderá más agresivamente; los principios activos son, en su mayor parte, sistemas moleculares de defensa; una planta que se ve atacada por animales suele producir más cantidad que una que nunca se estresa.
  • La calidad del suelo. Igual que tu cantidad de colesterol en sangre depende en parte de tu dieta. En este caso es importante también la contaminación, que perjudica.
  • El momento del año. Un principio activo que se produce en las hojas tendrá un momento de máxima concentración cuando las hojas estén en su óptimo, normalmente en primavera, y caerá a medida que las hojas se marchiten. Uno que se encuentre en la raíz tendrá su máxima concentración de principio activo cuando la planta almacene todo en esa raíz, generalmente en invierno. Esto depende del tipo de principio activo, de dónde se encuentre y de la fenología de la planta.
  • Etc.
Es decir. Que de forma general una hoja de eucalipto cogida al amanecer, un día seco a principios de verano, de un eucalipto fuerte pero que se vea atacado de vez en cuando por depredadores (o simplemente podado), tendrá mucho más eucaliptol —este es el nombre del principio activo principal de esta planta— que una hoja cogida a media tarde durante una lluvia, en otoño, y de un eucalipto débil, al lado de la carretera, y que nunca ha sufrido el ataque de animales.

Como las plantas son tan variables en este tipo de cuestiones, cuando tú te haces una infusión o una decocción de algo, no tienes ni la más remota idea de cuánta cantidad de principio activo te estás metiendo en el cuerpo. Cuando lo haces con plantas que son relativamente inocuas, y los problemas que pretendes solucionar son leves, no hay problema. Lo mejor que te puede pasar es que consumas suficiente principio activo como para que te cure, y lo peor es que no llegues a la dosis mínima efectiva, y no te haga nada. 

El problema viene cuando usas la planta para curar una enfermedad grave, o cuando la planta tiene una dosis tóxica relativamente baja.

Es en esos casos cuando hay que tener especial cuidado con las plantas que se consumen. Y es donde entra el tema en cuestión.

Por ejemplo, la digoxina es un glucósido que se emplea en pacientes que sufren problemas cardiacos; si usáramos infusión de flores de dedalera directamente, nunca sabremos cuánto estaremos administrando, y no solo eso, sino que dado que la DL50 (la dosis letal para el 50% de la gente) es de menos de 4mg/kg (del Monte et.al., 2001), el riesgo de intoxicación es muy elevado.

El procedimiento correcto en estos casos —que no se puede hacer en casa— es realizar un extracto —cada tipo de principio activo y cada parte de cada planta tienen un método— y, de ese extracto, cuantificar la cantidad de principio activo que hay. 
Digoxina.

Una vez has cuantificado la concentración de fármaco de la muestra, la tienes que estandarizar. Por ejemplo. La digoxina se administra en dosis de 250 μg. Es decir, que cada dosis debe llevar exactamente esa cantidad. El procedimiento es, en este caso, realizar el extracto de la planta, y conocer qué cantidad de digoxina hay en ese extracto. Una vez conocemos esa concentración, hay que igualarla en un estándar. Si el extracto está muy diluido, lo concentraremos hasta tener la concentración deseada. Si está demasiado concentrado, lo diluiremos. 

Es después de que ese extracto de la planta esté estandarizado, cuando se dosifica adecuadamente.

La otra opción que tenemos es fabricar la molécula directamente en un laboratorio, claro. Ese proceso es más barato y rápido —por eso la mayoría de las farmacéuticas lo hacen así— sin embargo, no siempre puede hacerse; es necesario conocer la ruta metabólica que da lugar a ese compuesto y también hay que poder replicar esa ruta in vitro, y eso en ocasiones es muy difícil.

Pero es que el «Big Pharma» lo oculta porque...

Si G.kola de verdad funcionara en tratamiento contra el ébola, lo último que harían las farmacéuticas sería ocultarlo. Lo que harían las empresas que fabrican medicamentos sería producir a gran escala un extracto estandarizado y correctamente dosificado, lo que sería por un lado mucho más eficiente y seguro que comer las nueces de la kola amarga directamente, y por otro, una ganancia económica segura para la empresa que primero lo hiciera.

Eso, sin entrar en juicios de valor.

Concluyendo

Aparte de todo esto, la entrevista de Pamies exhibe un charlatanismo muy peligroso, un nivel de desinformación demencial, y una actitud que para mi solo tiene el calificativo de repugnante. Vender humo, aprovecharse del miedo de las personas y vender falsos remedios. Es algo de lo que ya me he quejado muchas veces. Pero mejor, para esto, le paso la palabra al Prof. Dr. J.M. Mulet que ya se ha expresado por mi hablando bien de los «Chatarreros de miserias ajenas».

En resumen, respecto al tema de la plantita de marras.

  • Ningún estudio ha probado nunca que ni la semilla de Garcinia kola ni su extracto curen el ébola
  • No existe ninguna cura conocida que sea eficaz contra esta letal enfermedad
  • Que una planta sea eficaz contra una enfermedad no significa que por comértela te vayas a curar
  • La forma más eficiente de administrar un fármaco es que éste esté correctamente estandarizado, cuantificado y dosificado
  • Si hubiera una cura contra el ébola, las farmacéuticas sí que tendrían negocio; no son tontas.

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